abril 15, 2011
por carolinacallejo
La evolución del ser humano, la adaptación de su entorno a él, es algo que se ha llevado a cabo desde que el hombre es hombre. Aunque en los últimos años, parece que el mundo sólo avanza en función de los intereses del “ser supremo”. Estos intereses muchas veces se traducen en un veto del acceso a los datos (bien sabido es el caso de la censura a Google en China) o, como la mayoría de las veces, en una falta de información que, aunque está ahí, no se conoce.
Hoy en día el ser humano depende de los medios de comunicación para conocer el mundo que le rodea. El nacimiento de Internet y con él, el de los cibermedios, ha supuesto una mejora en el grado de información que los ciudadanos reciben a diario, aunque también, un aumento. Son la cara y la cruz de la evolución de los mass media.
La lógica racional lleva a pensar a que la Red da voz ahora a los que antes no la tenían, por lo que, en potencia, todos podemos saberlo todo. Pero el alma del periodista, el motor que lo hace funcionar, obliga a llevar la contraria a este pensamiento y con ello, a la lógica racional. Internet es libre, se oye una y mil veces, pero no de boca de un periodista. Si éste pudiese elegir siempre sobre qué informa, el resultado sería bien distinto al actual: noticias banales, sin importancia, que llenan espacios en los medios sobre asuntos vecinales, y que hacen olvidar que hay vida más allá del propio barrio.
Costa de Marfil, hasta hace apenas unas semanas, no existía. Las revueltas que sacuden el norte de África han hecho que los medios se acuerden de que hay otros mundos fuera de las propias fronteras. Pero, hasta ayer, ¿a quién le importaban unas elecciones fantasma que no han servido más que para avivar el fuego de la lucha civil en un país como Costa de Marfil, lejano, recóndito, sin petróleo…? Con más páginas y espacios dedicados a la actualidad internacional, el ciudadano llegaría realmente a tener conciencia del mundo en el que vive. Y es que lo que no aparece en los medios, no existe.